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miércoles, 29 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 14: LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

El documental de La Educación Prohibida culpa a la sociedad de la caída flagrante de los resultados académicos en los países occidentales. Durante todo esta crónica la pedagogía teórica es la buena sin cuestionarse si está equivocada en algo, todo lo contrario, se aboga por el adoctrinamiento de todos los docentes del mundo en esta antigua pedagogía sin aportar datos contrastados al respecto, sólo una fatua innovación pero sin mejora demostrada. El reportaje afirma plantear ideas nuevas y originales para cambiar y adaptar el sistema escolar a los tiempos modernos. Propone que para que los alumnos aprendan más, la escuela debe ser más convivencia que aprendizaje, que hay que dar menos énfasis al esfuerzo escolar, a la comprensión lectora y a la creación de ambientes silenciosos y ordenados. Entrevistas y más entrevistas jalonan esta idea de novedad pero, y por desgracia, no es cierta tal presunción. Los testimonios de la película una y otra vez repiten, con o sin conocimiento, antiguas y clásicas teorías de pedagogos y psicólogos que en su tiempo se autodefinieron como constructivistas. Como ya hemos detallado esta teoría se halla muy alejada del presente ya que su principal fundador, Jean Piaget (1896-1980), elaboró esta pedagogía hace casi cien años inspirada a su vez en pensadores muy anteriores. Quizás esta apreciación parezca inapropiada si lo defendido en esta película resultara eficaz educativamente, pero por desgracia no lo hace ya que el reportaje esconde cinco incorrecciones más. La primera es que no se ha invitado a ni un solo detractor de las ideas que predica el largometraje. Entre ellos cabe destacar a doctos críticos como la doctora Inger Enkvist (Lund University, Suècia), Luc Ferry (exministro francés de Educación), Oriol Pi de Cabanyes (columnista de La Vanguardia y filólogo), Adolf Tobeña (profesor de psiquiatría de la UAB), Imma Monsó (también columnista de La Vanguardia y filóloga francesa), Gregorio Luri (pedagogo y autor de La Escuela contra el Mundo), Mercedes Ruiz Paz (autora de La Secta Pedagógica), Lucien Morin (autor de Los Charlatanes de la Nueva Pedagogía), Alberto Royo (profesor y autor de Contra la Nueva Educación) o Ricardo Moreno (profesor y autor de El Panfleto Antipedagógico). Visto todo lo anterior, el documental resulta parcial y sesgado dando una visión totalmente partidista de la educación, la de la antigua pedagogía teórica. La segunda incorrección es la obsesiva idea de cambio que los entrevistados mencionan una y otra vez. Jamás en toda la película surge la palabra mejora. Por tanto se confunde innovación con lo bueno y presente con lo equívoco, estructura semántica totalmente falaz. Aún así, estos expertos, la inmensa mayoría de América latina, más algunos españoles, repiten hasta la saciedad que hay que cambiar la escuela, algo nuevamente muy parcial. Si hay que mejorar todo el sistema educativo habrá que perfeccionar algo más que la escuela. Por desgracia el reportaje no dice nada de los defectos en la administración, en sus leyes y en la familia, sólo insisten que hay que probar cosas nuevas en los centros educativos para ver lo que sucede. Particularmente experimentar con nuestras futuras generaciones no parece algo muy sensato. Cabe indicar aquí que muchos de los entrevistados no cumplen los requisitos para poder criticar el sistema de enseñanza bajo la razón y la experiencia. Estos requisitos son los siguientes: haber impartido unas veinte horas de clase a la semana durante más de cinco años; trabajar con más de veinte o treinta alumnos por grupo y no con grupos reducidos como muchos entrevistados; y por último dar clases en centros con gran porcentaje de inmigrantes o de alumnos con desigualdades sociales agudas. Estar fuera de estas situaciones lleva a muchos expertos a devenir como teóricos con fundamentos alejados de la realidad del aula. En la película muchos de los entrevistados trabajan en condiciones teóricas muy singulares y a menudo alejadas de clases hacinadas. Quizás por ello repiten una vez tras otra que hay que cambiar la escuela pero sin darse cuenta que el objetivo primordial son las mejoras probadas en todo el sistema educativo, no los experimentos escolares sin garantía. Es decir no se dan cuenta que una Enseñanza Múltiple Contrastada puede mejorar realmente todo el sistema de enseñanza en lugar de experimentos teóricos. Ya se sabe que cambiar es fácil, lo difícil es mejorar. Si uno quema su casa ya la ha modificado pero para mejorar la educación no se requieren unas fallas valencianas, se requieren experiencias con resultados globales y no ideas sólo aplicadas a nuestros centros sin pruebas de éxito. La tercera incorrección de la película son el conjunto de métodos que proponen los entrevistados para cambiar, según ellos, la educación. Hablan de la proyección del amor y las emociones para crear vínculos de complicidad, confianza y autoridad sin autoritarismo. Esta afirmación resulta bella y hasta arranca fácilmente el aplauso del incauto, pero desgraciadamente resulta un qué sin el cómo. En toda la película no se explica ninguna manera de lograrlo. De todas formas todo buen docente desarrolla vínculos de complicidad, confianza y autoridad sin autoritarismo. Parece como si el reportaje quisiera cargarse a toda la docencia anterior a favor de estos nuevos eruditos, aunque se insiste, todo son muchos qué pero sin explicar como hacerlo. Y así siguen en el reportaje más idealismos sin praxis para lograrlos. Ejemplos de ello son: la evaluación sin notas ni exámenes; la libertad total de los alumnos para elegir sus áreas preferidas; la innecesidad del saber común en la escuela; la prohibición de currículos unificados a nivel estatal; la creencia que los escolares puedan llegar a ser lo que ellos deseen, médico o arquitecto por ejemplo, aún sin saber cálculo o sin tener las capacidades mentales cultivadas para ello; el determinismo de la genética por encima de la educación; la no memorización de conceptos; y finalmente que cada alumno aprenda libremente bajo sus potenciales innatos experimentando con su entorno. Lo mismo les defenderá un pedagogo disléxico, y que hoy en día todavía no sabe deletrear ni escribir bien, Yaacov Hecht. Éste se gana la vida como asesor de gobiernos en educación afirmando todo lo anterior. En consecuencia Yaacov, y también el reportaje, afirman que un maestro no debe dominar su disciplina ya que sólo debe guiar a sus alumnos. Por desgracia esto ya se aplicó en las facultades de magisterio españolas con nefastos resultados educativos. Por otro lado, y de creerse lo anterior, difícilmente se formarían doctos médicos, arquitectos o políticos, más bien todo lo contrario, se forjaría una sociedad llena de mediocres que se creerán médicos, arquitectos o políticos sin saber gran cosa para ello. Si a nuestros alumnos les hacemos creer que tienen talento infinito, que sólo se aprende divirtiéndose y que la felicidad es algo inmediato, simplemente les estaremos mintiendo. Cabe añadir que todas estas ideas expuestas en el reportaje configuran el corolario que llenó nuestra reforma educativa, la LOGSE de los noventa y sus posteriores versiones. Ahora todas éstas corren por América latina y por tanto habrá que preguntarse quienes las promueven. A lo mejor quienes las extendieron por España, y ahora no tan escuchados por la península, han encontrado en América latina un nuevo ecosistema en donde ubicarse. Véase, y pasado el 2000, por donde trabajaron algunos de los padres de la reforma española. Sirva de ejemplo César Coll y Álvaro Marchessi. La cuarta incorrección de La Educación Prohibida son los elementos dramáticos y teatrales que se intercalan entre las entrevistas que acusan deliberadamente a los docentes actuales del fracaso escolar vigente. Estas dramatizaciones de los maestros son exageradamente histriónicas, muy alejadas del aula y por tanto totalmente falsas. Los docentes que vean el largometraje se percatarán en breve que los actores que les representan fingen ser todo menos profesores y maestros. En tales ficciones cinematográficas los docentes aparecen como educadores ineptos, obstinados en sólo la memorización y ausentes ante las emociones de sus alumnos. Insisto, todo buen docente sabe como conectar con sus alumnos sin necesidad de teorías grandilocuentes que predican un cambio sin ofrecer ideas prácticas y reales de mejora. La quinta y última incorrección, y la más flagrante, es que las viejas teorías defendidas por esta película fracasaron ya en el pasado. Primero lo hicieron por los setenta en Estados Unidos, luego por los ochenta en Suecia y Francia con Philippe Meirieu a la cabeza, y finalmente por los noventa en España con Álvaro Marchessi y César Coll. Cabe indicar que estos pedagogos españoles enviaban a sus hijos a centros privados en donde sí se enseñaba bajo prácticas eficaces pero no se experimentaba con su pedagogía teórica. Pero para más vergüenza esta hipótesis educativa dilapidó nuestra enseñanza. Así lo han demostrado los expertos antes mencionados como la doctora Inger Enkvist, el exministro de educación francés Luc Ferry, el profesor Ricardo Moreno, el catedrático Enrique Moradiellos o la escritora Mercedes Ruiz Paz. Éstos y otros profesores han demostrado que la reforma educativa constructivista lleva años provocando nuestro hundimiento escolar y parte de la crisis económica. Al producir la reforma constructivista abundancia de mano de obra inexperta y barata bajo la escasez de buenos profesionales, el paro se disparó en época de vacas flacas. Los alumnos fruto de la reforma fueron libres para elegir sus materias en el colegio y equivocarse holgazaneando, en cambio los escolares anteriores se les obligó al esfuerzo y a la memorización de conceptos básicos y universales. Los primeros viven en un progreso mal entendido, e incluso en el paro; los segundos son la mayoría que no ha perdido su trabajo y quienes todavía pueden provocar el progreso crítico y real de nuestra sociedad. No parece ninguna memez pensar que quizás la crisis actual hunde sus raíces en una mal comprendida pedagogía constructivista. En resumen, y vista La Educación Prohibida, parece claro que los teóricos constructivistas se hallan detrás de este reportaje en América latina, ¿y por qué americano y no europeo? El fracaso del constructivismo durante décadas por Europa ha propiciado un gran agnosticismo entre los dirigentes europeos. Ahora muchos de los teóricos constructivistas, Alvaro Marchessi y César Coll por ejemplo, dirigen su punto de mira hacia la todavía ingenua América latina. Allí están influyendo sobre gobiernos y jóvenes con las antiguas teorías que jamás tuvieron éxito por el viejo mundo. Toda teoría educativa bien construida es bella y atractiva pero si lo que se persigue es crear personas cívicas, excelentes profesionales y mentes críticas, debe hacerse bajo la EMC, la Enseñanza Múltiple Contrastada, es decir, bajo métodos prácticos, eficaces y plenamente probados, no con teorías sin demostración, llenas de puro vacío y bajo un catecismo de la nada. Con teorías que establecen distintos raseros para evaluar a los estudiantes no se pueden forjar médicos, arquitectos y políticos altamente expertos, responsables y sabios. Si dejamos que los niños elijan, éstos optarán por jugar y dejar la comprensión lectora para la Universidad. Un médico que llegue a serlo así por la libertad de un sistema escolar que no le obligó a memorizar, que además le permitió elegir pintura en detrimento de Biología, y que le adaptó los ejercicios a su bajo coeficiente de inteligencia, no creo que llegue a ser competente para la práctica de la medicina. Este facultativo muy probablemente confundiría el horóscopo con su cáncer ya que la capacidad para diagnosticar correctamente depende de los conocimientos acumulados y no de la libre elección de las materias. Y en todo caso, y si esta pedagogía teórica hubiera creado centros en donde los críos lleguen a ser grandes científicos, técnicos o artistas, que nos digan dónde. En fin, que La Educación Prohibida, y no la que la mayoría de docentes imparte, es la que debería estar realmente prohibida. Por desgracia las modas educativas nacionales cada día se acercan más a esta educación prohibida, es decir, a una educación destruida.

lunes, 27 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 13: LA EDUCACIÓN TERMINATOR

Aunque la escuela esté para ofrecer unos conocimientos que un zagal abandonado jamás adquiriría, a partir del siglo XVIII empezaron a surgir formas de pensar opuestas a lo anterior, LA EDUCACIÓN TERMINATOR. En la Alemania del siglo XVIII el filósofo J.G. Fichte (1762-1814) sentó las bases del idealismo alemán. En ellas se defendía la bondad innata del individuo y la necesidad de dejarle libre en su propia educación, es decir, que en su espontaneidad hallaría su propia formación. John Dewey (1859-1952), profesor de filosofía en Chicago, debía conocer la obra de Fichte. De hecho, y a finales del siglo XIX, de ella reelaboró una hipótesis que llamó pedagogía progresista. Sus preceptos eran que el maestro no debía dominar su disciplina sino que debía transformarse en un guía y amigo de sus alumnos creando una comunidad democrática en el aula. En todo ello los estudiantes debían construir en libertad sus propios conocimientos deduciendo todo aquello que los humanos tardaron miles de años en saber, desde el Teorema de Pitágoras hasta la Teoría de la Evolución. Esa educación debía nacer de la experiencia de los niños y no de la información acumulada en los libros. Es más, éstos debían desaparecer siendo sustituidos por una escuela por proyectos en donde el niño debía aprender a aprender, es decir, los estudiantes debían educarse a si mismos según sus intereses y organizando sus aprendizajes. Su bondad innata les permitiría evitar malas influencias alcanzando altas cotas en educación. Por lo tanto potenciar la imaginación y la creatividad del alumno era fundamental en la pedagogía progresista de Dewey. Además el docente no debía poner exámenes para evaluar el progreso individual del estudiante. Para ello sólo utilizaba observaciones que no podía indicar con notas sino con frases dulces a modo de informes narrativos. La pedagogía progresista tuvo cierta profusión entre las familias de mentalidad liberal y de izquierdas, hasta incluso en Nueva York se aplicó fracasando en 1917. De todas formas la pedagogía progresista llegó hasta a Europa. Primero fue el psicólogo suizo Edouard Claparéde (1873-1940) con su pedagogía del niño como centro de la escuela pero no su beneficiario. Esta ideología relegaba al docente y a sus conocimientos del papel educativo. Ahora el instructor sólo debía ser un mero dinamizador de los intereses del niño. Paralelamente a Clarapède vino el pedagogo Jean Piaget (1896-1980) que tomó todo lo anterior para crear su constructivismo, pedagogía que en breve detallaremos. Poco más tarde Alexander Sutherland fundaba en Gran Bretaña la escuela Summerhill bajo la creencia que el niño era innatamente bueno, sensato y con autocontrol, es decir que según la pedagogía Summerhill el crío podía por si sólo convertirse en un adulto, algo que ya dijo Fichte hacía más de cien años. Con tal base se eliminaron de la escuela horarios, jerarquías, exámenes y notas siendo todo substituido por una asamblea en donde niños y profesores tenían los mismos derechos. El objetivo básico de la pedagogía Summerhill era que el niño se sintiera sempiternamente feliz, pedagogía que fracasó cerca los setenta del siglo XX. A finales del mismo, y con todo el caldo anterior, más el auge de las nuevas tecnologías, el pedagogo italiano Francesco Tonucci propuso que la escuela ya no debía enseñar conocimiento alguno sino dejar que los niños aprendieran libremente con las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación). Bajo la pedagogía Tonucci el docente ya no debía transmitir sus conocimientos sino hacer que sus alumnos los descubrieran espontáneamente por la red. En todo ello el alumno debía construir sus propios aprendizajes aunque éste creyera saber lo que en realidad no sabía. Es decir se repetía la panacea del aprendizaje sin esfuerzo de John Dewey y su pedagogía progresista, aunque ahora bajo el fetichismo de las TIC. Desgraciadamente la pedagogía de Tonucci resultó ser en los noventa una magnífica manera de expandir la ignorancia en escuelas de Suecia. Más que estimular el aprender a aprender provocó la aparición de todo tipo de caprichos. Aún así, y en paralelo a Tonucci, Joe Lyon Kincheloe (1950-2008) se convirtió en el defensor más conocido de la pedagogía crítica, otra teoría que repetía el asunto de democratizar la inteligencia. Lyon afirmaba que los maestros y el sistema globalizado no enseñan la verdad a los alumnos. Ellos sólo inculcan dogmas para crear mano de obra, algo paradójico si la pedagogía crítica también se impone a los demás. Así pues los estudiantes deben encontrar por si solos la verdad que sí conoce el dogma de la misma pedagogía crítica. Es decir, no os creáis el dogma de los otros pero asumid el mío, algo clónico a una religión. La pedagogía crítica resulta pues pura creencia provocando la ignorancia de los estudiantes. Un zagal no conoce el mundo y por ello hay que mostrarle la realidad existente y no dejar que él se la imagine como quiera. La educación se fundamenta en eso, en enseñar la verdad de lo que es y no lo que los niños desean que sea. Resulta una total irresponsabilidad dejar al aprendiz sin los conocimientos reales del docto. Y eso es lo que implica la pedagogía crítica, que seamos críticos e ignorantes en todo, pero jamás críticos con la propia pedagogía crítica. Si intentamos resumir todas las pedagogías teóricas anteriores vemos que fueron versiones parecidas las unas de las otras ya que iban redundando lo que una decía bajo lo que dijo la otra. Convendremos que poco de innovador tienen ya que se fraguaron hace más de cien años. Aún así todo aquel mejunje se creyó innovación científica en diversas políticas educativas europeas. Ello ocurrió a finales del XX e inicios del XXI, teorías educativas que se implantaron sin datos neurobiológicos que las abalaran. Estados Unidos, Suecia, Francia y España las acogieron con gran fervor para ver aumentar su fracaso escolar en tan sólo una década. Es decir, aquellas pedagogías teóricas jamás fueron lo que aseguraban ser ellas mismas, ciencia. Ésta, la ciencia real, se respalda bajo hechos reales y teorías comprobadas mientras que la centenaria pedagogía teórica solo flota sobre ideas no probadas. Paradójicamente las pedagogías teóricas se hacen llamar ciencia a si mismas aunque a veces condenen el progreso científico. De hecho muchos pedagogos teóricos menosprecian a la ciencia como camino de conocimiento y exaltan a la naturaleza humana en su lugar, algo ya defendido por Rousseau en el XVIII, por Mahoma en el VII o por San Pablo en el I. Rousseau decía que la ciencia pervertía el espíritu humano; Mahoma dio la orden de quemar todo libro que no fuera el Corán en igual sentido; y San Pablo mandaba lo siguiente: huid de los filósofos y de los sabios. Actualmente en la política española también parece existir cierto desdén por la ciencia al considerarla complicada y alejada de la realidad social sin darse cuenta que el móvil utiliza la física cuántica y el GPS la relatividad de Einstein. Por ejemplo la LOMCE quiso reducir los ya casi extintos temarios de Geología. Una explicación lógica ante este desdén se halla en tres razones. La primera que muchos políticos proceden de formaciones humanísticas sin conocer de cerca las disciplinas científicas. La segunda que pocos científicos se adentran en la política para influir en sus intereses. Y la tercera que muy pocos investigadores, absortos en sus pesquisas, denuncian esta realidad. Dicho todo lo anterior, los pedagogos constructivistas parecen a menudo desechar la ciencia y valorar más las humanidades como camino de aprendizaje. Aún así ellos llaman ciencia a su pedagogía siendo ésta sólo una hipótesis no contrastada. Desgraciadamente esta antigua pedagogía teórica se aplicó en Estados Unidos y Canadá a finales de los sesenta, en Francia durante los ochenta, en Suecia y España en los noventa, y por último en Latinoamérica pasado el 2000. Los resultados educativos en todos aquellos países resultó letal. Tras aplicar leyes bajo las pedagogías teóricas hubo un aumento generalizado del fracaso escolar con maestros que no debían saber de su especialidad pero si ser fervorosos creyentes en la caduca pedagogía teórica. Cabe mencionar aquí la opinión que en 1961 escribió la profesora y políglota Hannah Arent en La Crisis de la Educación sobre la pedagogía teórica. Bajo la influencia de la psicología moderna [...] como una ciencia de la enseñanza, un maestro es una persona que puede enseñarlo todo [...] sin estar especializado en una asignatura específica [...], algo que trajo consigo un descuido muy serio en la preparación de los maestros en sus asignaturas [...] dejando a sus alumnos literalmente abandonados. O más tarde, en 1973, el canadiense francófono Lucien Morin en Los Charlatanes de la Nueva Pedagogía. Todos coinciden en decir que el maestro formado por las ciencias de la educación sabe evitar perfectamente los horribles y toscos errores de la pedagogía tradicional. ¿Cómo se entiende pues que actualmente el educador sea todavía más mediocre que antaño? [...] Todos afirman también que gracias a las ciencias de la educación serán más respetadas las exigencias intelectuales, y, sin embargo, lo que está ocurriendo en todas partes es exactamente lo contrario. Pero, ¿qué defendía el constructivismo de la pedagogía teórica? Piaget creía que todo conocimiento mental era un invento, una creación de la percepción equívoca de los humanos. Bajo ese punto de vista era más importante el método de estudio que saberse las materias. Es decir, era más trascendente aprender a aprender que simplemente aprender lo que sí sabían los maestros. Piaget insistía que de antemano todos los alumnos saben aprender por si solos. Bajo esa creencia el estudiante debe estar libre para construir sus propios conocimientos como expresión de su personalidad y así deducir por el mismo teorías científicas que los humanos han tardado milenios en demostrar. En este contexto el docente sólo debe ser un conductor de esa construcción sin necesidad de dominar grandes conocimientos. Será el alumno quien los hallará bajo la batuta de un buen profesor, en fin, que el estudiante llegará a saber más por si mismo que su propio mentor. El problema de todo lo anterior es que para construir algo hay que poseer material previo. Para levantar una casa hay que poseer antes ladrillos y cemento. De igual manera, y para que un alumno construya nuevos conocimientos, debe haber memorizado conceptos previos como los objetos de su entorno, las normas gramaticales y el vocabulario de un idioma, ¿cómo va a construir un crío el saber antes que el maestro se lo transmita? Ello implica que el constructivismo jamás puede funcionar en etapas infantiles y juveniles en donde poco sabe el niño. Por dicha razón esta pedagogía teórica ha denostado muchos sistemas educativos. Afirmar que los niños ya tienen conocimientos previos y que hay que sólo guiarles, ha resultado letal para nuestro sistema escolar ya que los infantes tienen poco o nada con que construir nuevos conocimientos. En fin que los escolares podrían decir, soy muy inteligente pero tengo mala memoria, para luego añadir, tengo muy buena memoria pero soy muy ignorante. Como decía Inger Enkvist en La Influencia de la Nueva Pedagogía en la Educación, la escuela ya no ayuda a los incultos a volverse cultos, sino que les hace creer que ya son cultos. Tras todo lo anterior se impone una buena didáctica bajo la Enseñanza Múltiple Contrastada. Es decir sólo utilicemos aquellas prácticas que permitan enseñar con éxito lo que el docente sabe. Si un maestro no sabe, ¿qué va a enseñar? Como decía el profesor de historia Enrique Moradiellos en Clío y las Aulas: el hombre ha llegado a ser hombre, literalmente, sin conocimientos en pedagogía. En fin, que el constructivismo de Piaget se equivocó, de hecho no fue un error intencionado sino una mala interpretación de los hechos. Piaget quizás interactuó con Karl Popper para luego sentar las bases de otro gran pensador, para Kuhn. El primero, como filósofo de la ciencia, proponía que ésta debía aproximarse a un conocimiento racional, inteligible y lo más objetivo posible de la realidad, algo en lo que todo biólogo, geólogo, físico o químico estarán de acuerdo. Pero Piaget no creyó en lo anterior y se acercó más a la opinión que desarrollaría un historiador, Thomas Kuhn. Éste creería que la ciencia era una construcción social, ininteligible y subjetiva en función de los prejuicios históricos e individuales del momento. Si bien es cierto que muchas hipótesis científicas se elaboran bajo el contexto histórico, los intereses ególatras y los prejuicios personales, no siempre ha sido así y el Darwinismo, la Tectónica de Placas, la Relatividad o la Tabla Periódica explican nuestra realidad y nos permiten desarrollar tecnologías útiles, inteligibles y reales. Por tanto Piaget confundió lo que el empirista David Hume criticaba a menudo de la historia, que confundimos el debe ser por lo que simplemente es. Los hechos son los hechos, luego nosotros valoramos si están bien o mal, pero sin nosotros sólo serían eso, hechos. La ciencia debe ser racional, humilde y objetiva aunque a veces sea ilógica, tendenciosa y subjetiva. La ciencia debe analizar, sintetizar y explicar hechos, y si un chapuzas confunde esto con sus prejuicios, simplemente se inventará sueños sin explicar realidad alguna. La pedagogía teórica cae en esa situación al crear nieblas con quien luchar. El constructivismo de Piaget creía que los conocimientos se construían desde la nada, pero los estudiantes no deben construir el conocimiento, sino reconstruirlo en su mente a partir de las enseñanzas de doctos profesores. Por desgracia la sutil interpretación de Piaget propició la pedagogía teórica que invadió de fracaso escolar Estados Unidos, Suecia, Francia y España destruyendo la educación universal defendida por la Ilustración del XVIII, el sapere aude, el atrévete a saber para superar los prejuicios impuestos y convertirte en un ser humano consciente, responsable y libre en tus decisiones. Luc Ferry, exministro francés de educación, decía que la escuela debe transmitir conocimientos apoyando la meritocracia y el esfuerzo, algo muy alejado del constructivismo mal aplicado. Si el XVI fue el siglo del Renacimiento y del redescubrimiento de lo clásico, el XVII el de la Revolución Científica y la Tecnológica, el XVIII el de la Ilustración y su sapere aude, el XIX el de la Revolución Industrial y la necesidad de un proletariado alfabetizado, el XX el de las comunicaciones y la educación generalizada, pues entonces el siglo XXI resultó ser el del descalabro de todos los anteriores, el del fiasco de la educación occidental en Europa y otros continentes. Prueba de ello fueron los teóricos constructivistas que intentaron predicar y convencer a políticos de Europa, Estados Unidos y hasta de América latina. La rueda del error y del terror continuó girando. Cabe mencionar en este sentido un reportaje constructivista que surgió por Sudamérica. Éste está firmado por German Doin y Verónica Guzzo bajo un título muy sugerente, la educación prohibida. En breve les preparo un resumen al respecto.

sábado, 25 de junio de 2016

Conferència: Hawai-í, la Polinèsia independentista. Aquest 29 de Juny, dimecres, de 2016.

Hawai-í, la Polinèsia independentista per David Rabadà i Vives L’arxipèlag de Hawai ha estat un lloc mitificat per reportatges, turisme i les pel·lícules d’Elvis Presley, però aquest paradís poc conté de la cultura pionera i propietària del territori, els polinesis. Hawai, cinquantè estat dels USA, es troba immers en un marc legal i econòmic que l’engoleix en una dependència total de la seva metròpolis. Els polinesis de Hawai depenen totalment de l’imperi nord-americà amb l’única sortida del turisme. Vet aquí que volcans en actiu, immenses colades de lava, boscos tropicals, platges paradisíaques i coves de lava esdevinguin la principal joia paisatgística d’aquest arxipèlag mentre els polinesis resten esborrats. El problema ha estat que l'imperialisme agressiu ha xuclat als polinesis com un huracà sota explotacions turístiques, normatives absurdes i la doble moral nacional. De fet els polinesis sols representen un 2% de la població que lluita per conservar la seva identitat en base a una bandera, una religió i una llengua pròpies. En fi, que com moltes regions d’aquest món busquen la seva pròpia sobirania davant els imperis que es creuen en possessió de la veritat. David Rabadà i Vives (Barcelona) Professor de Ciències Geològiques des de 1992, doctorat en Geologia el 1995, va accedir per oposicions al cos de professors del Departament d' Ensenyament l'any 2007. Ha rebut diversos premis tant en l'àmbit científic com en el literari. Actualment és professor de Ciències de la Terra i del Medi Ambient, acadèmic de l'ACVC, redacta articles d’opinió per al diari digital e-Notícies, coordina les JORNADES DE SECUNDÀRIA en el Col·legi de Doctors i Llicenciats,i és membre de la Junta Permanent de Personal Docent de Professors de Secundària. Dates i llocs: Dimecres 29 de juny de 2016. 19.00 hores Biblioteca Ignasi Iglesias, Can fabra. C. Segre 24-32, Barcelona.

jueves, 23 de junio de 2016

DESUNITS ELS DOCENTS / RETALLADES A CENTS

La vaga de Metro i ferrocarril ha posat, i posa, contra les cordes a l’administració. Sense entrar en el bé i el mal de l’acció, s’ha de reconèixer que treballadors i sindicats van a una assolint molts dels objectius que es proposen, és a dir la unitat fa la força. La cosa esdevé tot el contrari entre la nostra comunitat educativa, de fet representa la antítesi de Metro i ferrocarrils. Si els treballadors del Metro fossin professors no s’hauria assolit cap millora laboral. Una gran majoria dels nostres docents van a la seva, fugen dels sindicats, no consumen les vagues convocades i no participen en els comicis sindicals. L’administració, ara experta en dissenyar retallades, veu fàcil la seva feina davant una comunitat professional, la docent, tan desunida i afeblida. En conseqüència durant els darrers sis anys mestres i professors han perdut més d’un vint per cent de nivell adquisitiu, han vist augmentar les seves hores de feina i han patit l’increment brutal d’alumnes a les seves aules. En fi treballar molt més per menys diners, tot un món a l’inrevés. I no és un tema de falta de recursos com alguns docents s’autoflagel·len, sinó de prioritats econòmiques del govern en funcions. Feu balanç del que ens estan costant tantes campanyes electorals, l’exèrcit, el Senat, la monarquia, els AVE deficitaris, la guerra bruta entre partits, centrals elèctriques que no produeixen llum, alguns aeroports buits, sous vitalicis dels expolítics, la corrupció dels partits i una llarga llista de despeses que van per davant del sou de tots els docents espanyols. Jo sols tic un somni, la comunitat docent i sindicats tots units per recuperar el que simplement ens guanyem treballant. Qui s’hi apunta?

martes, 21 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 12. Rebelión en la Granja Ignorante

Para que haya orden debe haber autoridad, que no autoritarismo. Eso nos lleva a una afirmación que a veces no gusta a muchos pedagogos teóricos. Esta autoridad, como en cualquier empresa o ejército que defienda el estado de derecho, se aplica y a nadie le parece mal. Un negocio, una defensa militar y un aula no deben ser una democracia, en otro caso los alumnos podrían organizar unos comicios y votar en contra de ir al colegio, de asistir a los exámenes o de realizar los deberes, obligaciones que les vienen encomendadas por ley hasta los dieciséis años. Pero si así fuera, ¿qué le parecería si ahora los alumnos impartieran las áreas y sancionaran a maestros y padres? ¿Acaso en una empresa se deciden todas las cosas por comicios? Valore por tanto a los docentes que controlan a sus alumnos, y aún siendo fervientes demócratas, imponen normas claras entre sus estudiantes. Para ello había una estructura que fue dilapidada del aula bajo razones presuntamente democráticas. Ella fue eliminada por real decreto como si de una estatua del antiguo régimen se tratara. Se decía que elevaba en demasía la figura del docente. Ella, aunque altiva, era útil, ella, la tarima, suponía más ventajas que pegas cuando se impartían clases. La tarima resultó una herramienta de alto copete por una razón inapelable, permitía impartir mejor las clases, eso sí, siempre hubo riesgo de caerse y romperse la crisma. Quizás por eso la quitaron, para que el sindicato no exigiera un plus de peligrosidad para los docentes. Las ventajas prácticas de la tarima para infundir el orden por clase eran muchas. Por un lado la pizarra estaba más elevada ofreciendo mejor visión a los alumnos del fondo; por otro la proyección de la voz del docente era mucho mejor evitando terapias de foniatría hoy harto necesarias; y por último la tarima permitía una mejor observación del grupo para conocerlos y dirigirlos mejor. La tarima no era soberbia, era simplemente más práctica bajo una Enseñanza Múltiple Contrastada. Por desgracia una caduca pedagogía la encontró anacrónica, distante y franquista, aunque durante La República la tarima ya existía. Pero eso fue lo que se argumentó para exterminarlas durante los años noventa. Estas nuevas teorías educativas, que durante el libro llamaremos pedagogías teóricas, fueron fruto del mal comprendido constructivismo de Piaget, opiniones sin pruebas de éxito, opiniones con argumentos falaces y sin hechos reales, sólo grandes ideas sin mejoras educativas demostradas. Dado que hoy en día valoramos más la opinión que el argumento, estas pedagogías teóricas han hallado muchas mentes por donde implantarse. El problema es que una opinión es sólo eso, lo que uno cree. Por desgracia lo que alguien sostenga como suyo no significa que sea cierto, sobretodo si es fruto de su ignorancia. Debemos escuchar las opiniones individuales, sí, pero si no están respaldadas por verdades estaremos faltando al respeto de todos, les mentiremos. Una opinión incorrecta sólo vale una conversación, una opinión cierta vale una gran lección. Como decía el pedagogo Gregorio Luri, la filosofía es la búsqueda de un saber no opinable, y la opinión es el reflejo de la apariencia de las cosas. Entonces, mejor saber verdades que opinar beldades. Veamos ahora qué dice la pedagogía teórica al respecto.

viernes, 17 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 11: mamis y papis

Otra fase del curso inicial es la reunión entre tutor y todos los padres. Suele convocarse a finales de septiembre cuando ya se llevan unas semanas de clase y los chavales ya van un poco rodados. Allí se informa a los progenitores de diversas particularidades del curso y del colegio. Puede que se les explique el horario escolar, las excursiones previstas, la normativa del centro, los días festivos, los periodos vacacionales, las materias que se impartirán y otras patochadas que emanan humo y esconden lo esencial, qué debe ser el tutor ante sus hijos. En ello algunos docentes lucen grandes discursos sobre normativa y objetivos, algo lleno de grandes qués pero sin los comos necesarios. Este tipo de tutores grandilocuentes suelen mantener tics gestuales y del habla para salvar su inseguridad. Puede que no tengan claro lo que deban decir y que se ciñan al guión que dirección les ha mandado representar. Hasta quizás les verá brillar la frente de sudor durante toda la sesión y andando de adelante para atrás disimulando sus nervios, signo inequívoco de su inseguridad ante los padres, y posiblemente antes los alumnos. Otros profesores más versados van al grano y rompen parcialmente con el protocolo que se les ha dado, el guión de dirección, y con sinceridad cuentan a los padres lo que pretenden ser con sus hijos. Para ello, y antes de la reunión, este tipo de tutores habrá marcado lo más relevante del guión entregado, numerando los diferentes puntos por orden de prioridad y obviando otros innecesarios durante el encuentro. El horario, los trimestres y los festivos ya se lo anotaron los hijos en la agenda durante la tutoría inicial, o estará colgado en la web del centro. A lo sumo se pueden entregar fotocopias de ello a los padres. Así, y sin más comentarios, el docente podrá dirigirse al meollo de la reunión. Un tutor que conocí comenzaba la reunión hablando de lo fundamental entre padres y colegio para educar a sus hijos, la confianza. Esa era una buena forma de empezar para luego proseguir con los pormenores del guión de dirección. En ese sentido lo primero que instaba era que los padres no vinieran a quejarse del colegio durante el primer trimestre, que dejaran ese margen de tiempo para que profesores y alumnos se adaptaran al nuevo curso y con ello limaran esas asperezas al no conocerse todavía. En definitiva, les pedía que confiaran en el claustro de profesores para que éste se ganara la confianza de sus hijos. Muy a menudo aparecen padres en los institutos a pedir explicaciones por un presunto castigo injusto, algo que desautoriza a la larga a losa docentes. Nuestro tutor instaba a los progenitores a no quejarse todavía, que esperaran a conocer a los diferentes profesores. A lo sumo, y si el problema persistía en el segundo trimestre, se concertara entrevista con el tutor. Hay que entender que una ansiedad excesiva en obtener explicaciones sobre las decisiones escolares genera dos problemas educativos de raíz. El primero es que no se ha confiado de antemano en los profesores, y el segundo que el alumno se da cuenta que le hacen caso enseguida y aprende a manipular a sus adultos entorpeciendo el objetivo entre padres y docentes, el de educar. Las visitas paternales tempranas de curso pueden promover hijos que manipulen a los adultos en su favor pero en contra de su educación. En caso extremo, y si uno decide quejarse, su visita al centro no debe ser sabida por su hijo, ya se dijo que eso desautoriza al docente. Esto también sirve entre educadores ya que un profesor no debe interceder en aula ajena en condiciones normales. Por ejemplo, un docente se quejó al tutor que su grupo era muy ruidoso, que charlaban demasiado. Ante tal queja el tutor le contestó que si quería él intercedería, que les abroncaría, pero que si así lo hacía los alumnos le perderían el respeto y la confianza. Los educadores, padres, docentes u otros, no deben cambiar las decisiones tomadas por una parte sin un consenso previo. Un maestro no puede cambiar la fecha de un examen de otro docente y aún menos retirar el castigo de unos padres. En condiciones normales hay que acatar y apoyar lo decidido por los demás educadores. Luego siempre se está a tiempo de hablarlo en la más estricta privacidad y rebajar o no el castigo. Volviendo al discurso de mi docente en su reunión con los padres cabe añadir que no se apeaba aquí. Para reforzar lo que se dijo a los alumnos durante su primera tutoría, se repetía también a los padres. Si en clase se argumentó que un profesor no es amigo de los alumnos pero tampoco enemigo, aquí tenía aún más fuerza, sólo que al final el tutor añadía que los padres tampoco debían ser amigos de sus hijos ni enemigos, son sus padres y como tales son únicos y exclusivos. De amigos y enemigos sus hijos conocerán a muchos, de padres sólo a los suyos. En este sentido, un argumento demoledor en contra la amistad entre educadores y alumnos me la ofreció un periodista y viejo amigo mío. Él me contaba que con su hijo de seis años mantuvo la siguiente conversación: - Yo hijo mío – le decía el padre -, quiero ser tu mejor amigo. - No papá, tú no puedes ser mi mejor amigo. - ¿Por qué? - Porque eres mi padre y eso es más importante que ser amigo. - ¿De dónde has sacado esto? - Pues que de padre sólo tengo uno y de amigos muchos. En fin, que ser padre o madre era más que único, era exclusivo y rebasaba el sentimiento de amistad. Pero lo mejor vino veinte años más tarde cuando en otro encuentro mi amigo periodista añadió algo envidiable, el mismo hijo volvió a sorprenderle: - Padre, estoy muy contento que ahora, y como adultos, los dos sí seamos amigos. Y es que habían pasado décadas suficientes para comprender con madurez el concepto de amistad entre padre e hijo. Por dicha razón el mismo tutor que antes les mencionaba, añadía algo a su arenga final. Después de detallar todos los pormenores del curso ofrecía la siguiente conclusión sobre la confianza, que no amistad, entre padres, docentes e hijos. << Ustedes como padres, y nosotros como profesores, debemos mantener un frente unido ante nuestros chavales a través de la agenda, entrevistas, teléfono o Internet. Ambos somos educadores, pero jamás amigos ni enemigos de los hijos. Sino mantenemos un frente unido ellos aprenderán pronto a manejarnos, a dividirnos y a hacernos fracasar como educadores suyos >> Cabe añadir que en la reunión anterior un mentor hábil no debería superar los 45 minutos en explicaciones. Piense que 30 es poco y una hora cansa. Tres cuartos de hora permiten unos minutos extras para dudas, charlas en privado y demás ajustes entre tutor y asistentes. Ahora que comience el curso.

lunes, 13 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 10: La primera tutoria

El primer día de clase suele empezar con una larga sesión con el tutor. Durante esta sesión éste debe dejar bien claro quien es él ante sus alumnos, las normas escolares a seguir y el uso de la agenda. En ella ya deben apuntar todo lo referente al curso, días festivos, vacaciones, finales de trimestre, semanas de estudio previas a los controles, semanas de exámenes y todo aquello que acontezca durante el curso. Un buen tutor así se lo indicará. Toda esta sesión al ser novedad para su zagal, llegará llena de comentarios durante el almuerzo o la cena. Atienda pues a lo que dice su hijo y comenzará a conocer al tutor de su prole, algo que le indicará si las cosas empiezan bien o todavía les queda trecho por recorrer. Un tutor versado debe saber equilibrar tres fuerzas cuyo límite resulta muy frágil e indefinido. La trilogía de rasgos son los siguientes, el respeto, lo humano y la protección. Esos tres ejes también pueden aplicarse a un buen jefe de empresa. El primero, el respeto, viene dado por cierta distancia inicial entre el tutor y su hijo. Si a comienzo de curso su zagal habla con cierto despecho de su tutor, la cosa va bien. Si éste, el tutor, es demasiado enrollado le acabarán tomando el pelo, aunque si resulta demasiado estricto, dirán de él que es un autoritario y un dictador. Deje tiempo a los profesores para que logren su liderazgo entre los alumnos. Sólo recuerde cuantos jefes hemos tenido que inicialmente pensamos que eran, y con perdón, unos cabrones, pero que luego vimos que llegaron a ser unos excelentes dirigentes de grupo. Para crear esa distancia y autoridad inicial con los alumnos, un viejo amigo mío aplicaba la siguiente estratagema en un colegio de Granollers. En ello comenzaba el curso con el siguiente discurso: << Quisiera empezar el curso dejando claras ciertas cosas […], yo no soy vuestro amigo [...], para ello pondré un ejemplo que comprenderéis perfectamente. Supongamos que gana vuestro equipo de fútbol preferido y que por ello salís a la calle y en un acto de euforia rompéis los cristales del McDonald’s. Al contarlo a un amigo este puede elogiar tal necedad, que uai, o bien reprimirla, macho te has pasado, pero no podrá sancionarte. Probad sino conmigo y como educador tendré que dar parte a vuestros padres e incluso a las autoridades locales de tal fechoría. Por otro lado la amistad surge con el tiempo, la madurez y el compromiso. Creer que ahora podemos ser amigos incumpliría los tres preceptos que toda amistad debe albergar, estima, respeto y compartir, mucho compartir. Sólo con el tiempo se comparte lo bueno y lo malo de la vida y se sabe quien es o no amigo nuestro. Eso por tanto no quita que en un futuro podamos ser amigos, yo mismo tengo alumnos adultos con quienes comparto cenas, copas e intimidades, pero en su pasado les dije lo mismo que ahora os digo, yo no puedo ser vuestro amigo. En fin, que no me gusta que se me trate como a un colega ni que se me cojan confianzas. De todas formas, y sin ser vuestro amigo tampoco soy vuestro enemigo. En mis obligaciones como profesor están las de ayudaros, educaros y enseñaros cuanto sepa, por tanto en mis manos está un papel de orientación y auxilio. Entonces sino soy amigo ni enemigo, ¿qué soy? Pues simplemente un educador. Deseo que esto quede claro de aquí en adelante…>> Luego añadía a la arenga anterior sus manías en clase para generar más respeto y orden en el aula. La postura en la silla para no cansarse durante las clases; acercarse el pupitre para evitar espaldas forzadas y doloridas; o como le gustaban los apuntes, eran el corolario de los chascarrillos del viejo docente forjados por la experiencia y el tiempo. Todo el discurso anterior, abreviado aquí, suscitaba la sorpresa de los alumnos y cierto rechazo inicial que desaparecía durante la segunda parte del contrato del buen tutor, la humanidad. Ésta debe llegar pues más tarde, jamás durante los primeros días de clase. La estratagema es la sorpresa ante el púber. Si éste se imagina al tutor como un ogro, y de repente el mentor accede a favores y atenciones personales en privado, sorprende al alumno afectado y la noticia fulgura como la pólvora entre los demás. En breve la curiosidad dará su fruto en el grupo y muchos querrán saber que hay detrás del terminator de su tutor. Pasadas las semanas, a lo sumo los meses, y si el grupo lo permite, se pueden relajar las distancias y mostrar más el lado humano. Desvelar ciertos sentimientos acerca a los escolares y aumenta la confianza. Ésta, la confianza, ayuda en gran medida a enaltecer la figura del preceptor. Para ello hay que dar ejemplo de muchas virtudes ante los estudiantes. Ya se sabe que no siempre quien educa es educado, pero quien es educado siempre educa. Los adultos somos referentes en todo aquello que nuestra descendencia aprende. Los hijos se fijan en nosotros y nos imitan. Luego el adolescente, al descubrir la soledad de la vida, entra en crisis de identidad y busca nuevos referentes, busca espejos donde verse como estrellas del rock, ídolos de películas, héroes deportivos, vecinos mayores y hasta líderes mundiales. En ellos espera encontrar a alguien en quién confiar. Partamos por tanto ahora de un precepto, el ejemplo educa y la contradicción confunde. Si un participante de Gran Hermano arroja un papel al suelo durante un reportaje no educa, confunde. Los chavales no entenderán que luego les digas que no deben si ven que otros mayores sí lo hacen. Lo mismo ocurre si un actor fuma delante de ellos, o si el entrenador profiere insultos a su equipo con la intención de presionarles, o si los políticos se pierden el respeto en los medios, o si la dependienta de la panadería no atiende cortésmente a un chaval. Predicar con el ejemplo es reforzar nuestro mensaje hacia ellos, en caso contrario les confundimos. Un tutor me explicaba que a menudo se encontraba alumnos de bachillerato fumando delante del centro. Aunque sabía que fuera del colegio el docente no poseía potestad para prohibirles su dosis de nicotina, les insistía que lo hicieran pasada la esquina para que no les vieran los pequeños que salían a la misma hora. Si os ven fumar – les argumentaba -, pensarán que el tabaco hace mayor y eso carece de sentido si pretendemos que no lo hagan luego. El mal ejemplo confunde y educar, educamos todos, hasta vosotros también, los mayores. Y de eso se trata a veces, que los propios estudiantes den ejemplo. Por desgracia los centros educativos prefieren exhibir más a sus mejores deportistas que a sus alumnos ejemplares. Es decir, nos parece normal la competitividad en el deporte pero muchos la descartan en la enseñanza. Nuestra cultura latina está llena de dobles morales tras muchas injusticias. El tercer elemento para lograr el equilibrio de fuerzas del tutor es la protección. Ello significa defender al grupo ante injusticias u otras inclemencias durante el curso, hasta de otros malos educadores. Recuerdo el caso de un instituto de Santa Coloma de Gramanet en donde se acusó a una clase de tirar una bolsa por la ventana. Dirección organizó su caza de brujas mientras los alumnos negaban una y otra vez su presunta culpabilidad. El tutor investigó y analizó la bolsa. Ésta mostraba gran cantidad de moho por lo que dedujo que procedía del tejado en donde había permanecido mucho tiempo. La lluvia y el viento de aquella mañana habían arrojado el plástico al patio delante del aula. Aclarados los hechos, todo volvió a la normalidad pero sin la disculpa de la denunciante, la profesora de inglés, ni del acusador, el director de aquel centro. Al final, los alumnos, que de tontos no tenían ni un pelo, valoraron en gran medida a su mentor. Hoy en día salen a cenar de vez en cuando sin el director ni la de inglés, claro está.