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sábado, 10 de mayo de 2014

JESUS HISTORICO 11: HUIDA AL DESIERTO

En Mateo y Lucas se explica que un Jesús recién bautizado, y como si de un ritual de iniciación se tratara, se ocultó con otros acólitos por el desierto imitando a su mentor, el eremita Juan, o quizás al profeta Elías. Esa estrategia se repetiría muy a menudo durante toda la vida del Nazareno, quizás para evitar a sus perseguidores. De hecho la cárcel de Juan sobrevino al poco tiempo, algo que justificaría el amago del Galileo y los suyos. Hasta aquí todo lógico y coherente, pero los relatos de Lucas y Mateo nos hablan de un Jesús acompañado de ángeles con los suyos, algo que nos devuelve a los añadidos y metáforas que los evangelistas utilizaron para ensalzar el papel mesiánico de Jesús y su misión divina. En ello aparecen de nuevo préstamos del antiguo Egipto. El relato de Sinuhé del 2.000 a. C. cuenta que un príncipe temía reinar y que por ello se ocultó en el desierto donde sufrió calamidades. De nuevo, parece que los evangelistas quisieron coronar al personaje del Nazareno con elaboraciones propias. Otro dato que los evangelios nos cuentan durante estos amagos son los fuertes ayunos del Galileo. De hecho el Nazareno no hacía caso a menudo de las invitaciones gastronómicas de sus discípulos (Juan 7, 20) por lo que algunos han imaginado un Jesús delgado y leptosomático. De todas formas, y como siempre esto son suposiciones que no hallan correlación con otros manuscritos de la época. En otros evangelios y en los rollos de Qumrán, se calificaba a Jesús y a su séquito de comilones y buenos bebedores de vino (Mateo 11, 18-19; 1, 19 y Lucas 7, 33-34). En fin, ante tal cúmulo de paradojas sólo se puede afirmar una cosa, hacen falta más datos y no los tenemos. Lo más congruente a todo lo anterior sería un Jesús que se desplazara con un pequeño grupo de adeptos lejos de la zona del bautista y que éstos se dedicaran a hacer lo mismo, a bautizar para conseguir más seguidores. Juan, quizás más prudente, lo hacía por lugares no judíos como Perea y Samaria, pero un Jesús más atrevido realizaba sus iniciaciones en la principal provincia judía, la propia Judea (Juan 3, 22-26 y 4, 1). Esta situación explicaría con gran lógica la huida de los Nazarenos cuando el bautista sufrió el arresto.

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