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miércoles, 29 de enero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRACASO POLÍTICO (10)

La síntesis y la relación entre los conceptos El tercero de los objetivos para llevar bien un auditorio escolar es promover que los estudiantes aprendan a relacionar los conocimientos memorizados, algo que permite alcanzar criterios elevados y potenciar su inteligencia lógica y deductiva. Averiguar donde se halla la mentira o falsedad de algo requiere poseer diferentes conocimientos que bien ordenados permiten ver el agujero donde unos dicen que hay un parche. Dicen que Jesucristo predicaba que el saber os hará libres, y ciertamente la vida son situaciones y decisiones donde aplicar el saber. Sin conocimientos estructurados en criterios elevados, las decisiones que se tomen pueden llevar a sus hijos a flagrantes errores alejados de los caminos sabios. Se asiste a clase para aprender a ser adulto y con ello a tomar las decisiones futuras más correctas. Otro aspecto de la relación y síntesis entre conceptos es la consecuencia en pensar y estructurar mejor los apuntes, trabajos de curso y respuestas en exámenes. En eso un profesor de Ciencias para el Mundo Contemporáneo retaba a sus bachilleres cada semana con una pregunta enigmática que requería de una correcta relación y síntesis entre varios conceptos impartidos. Preguntas como ¿qué hay más allá del polo norte? o ¿qué fue antes el huevo o la gallina?, escondían todo un corolario de piezas que sin tenerlas en cuenta la respuesta se hacía huidiza. Primero se debía recordar que era una tautología o pensamiento circular, después que la ciencia está llena de preguntas incorrectas e incapaces de saltarse un pez que se muerde la cola, y finalmente que hay que alejarse del árbol para ver el bosque. La solución residía en plantear una pregunta mejor y de mayor amplitud que el huevo y la gallina, por ejemplo quienes fueron los primeros vertebrados en reproducirse por huevos, algo que daba con el origen del dueto huevo y gallina, los antepasados de los peces. En el caso del más allá del norte se respondía el sur pero, y más allá de éste, otra vez el norte, por tanto había que alejarse del árbol y ver otra vez el bosque planteando una nueva pregunta de mayor calado, ¿por qué norte y sur se enlazaban cíclicamente? La respuesta obvia es nuestra Tierra semejante a una esfera. Otra manera de superar estas tautologías es definir los dos conceptos que una y otra vez dan vueltas sobre si mismos. Un profesor de Biología atendía así a sus alumnos. En la teoría de Darwin se decía que el más apto sobrevivía y que el que sobrevivía era el más apto, otro pensamiento circular. Había pues que definir más apto y sobrevivir para superar el pez que se mordía la cola. El docente les contaba que las especies que logran reproducirse mejor son las que sobreviven mejor y que aparentemente algunos las han llamado las más aptas. En las tres tautologías anteriores la red de conceptos empleada hace trabajar las neuronas que da gusto, hasta puede que regale dolor de cabeza. En fin, que un aula bien llevada debe ser un gran laboratorio de ideas bajo la batuta de otro de los factores que guían correctamente ésta, el esfuerzo. Un dinosaurio llamado esfuerzo El cuarto y último de los objetivos para llevar con éxito un aula es promover el esfuerzo personal entre los alumnos. El esmero está detrás de ese objetivo ya que sin él no se puede superar nada. Para ello los educadores deben ser absolutamente dogmáticos, autoritarios y justos. Decía Chesterton que no puede existir la educación libre, porqué si dejáis a un niño libre no le educaréis. Con libertad plena dudo mucho que todo el mundo decidiera trabajar ocho horas cada día o llegar puntual a su lugar laboral sin abandonarse un buen rato en ese placentero momento del sueño matinal. El esfuerzo no nace de la libertad del individuo, surge de la obligación aprendida desde pequeño. Existen en Occidente ese conglomerado de pedagogías teóricas y progresistas que pregonan la libertad del alumno ante las materias a elegir, ante el uso de Internet y ante sus deseos básicos, es decir dan prioridad a la libertad del estudiante de hacer lo que le plazca ante la obligación de adquirir conocimientos y parece obvio que es imposible educar sin exigir esfuerzo. Pero por desgracia en las facultades de pedagogía y en muchas de magisterio se ha implantado el modelo de libertad para adoctrinar a los nuevos docentes en la pedagogía teórica insistiendo que es el profesor, sin dominar su disciplina, quien debe provocar el interés del alumno más que exigir su esfuerzo, una salmodia dirigida a creyentes y convertidos a la pedagogía teórica, en fin, una doctrina y propaganda bastante afín a la de los totalitarismos. Prueba de ello es que esta práctica ha resultado falsa y falaz ya que ha conllevado la caída en picado de los resultados académicos en Estados Unidos y Canadá por los sesenta, en Suecia por los setenta, en Francia por los ochenta y sobretodo en España a partir de los noventa. La pedagogía teórica siempre ha argumentado lo mismo, que es la sociedad la que ha cambiado y que por ello hay más fracaso escolar pero, ¿cómo se explica que ello sólo suceda justamente en los países dónde se aplicaron estas pedagogías tóxicas? O peor aún, ¿cómo se entiende que en Baviera se den los mejores resultados académicos alemanes si este länder se negó a aplicar la pedagogía teórica? Si hay deterioro en las familias debemos mejorar la educación para minimizar los efectos negativos de tales pedagogías, ¿no resultará que éstas teorías fueron quienes empeoraron la sociedad? Por desgracia muy pocas políticas educativas se han cuestionado que sea la pedagogía teórica llevada a un extremo la causante de tal desmejora, una llamada por los pedagogos, ciencia de la educación, que jamás ha ofrecido una explicación unitaria con hechos contrastados de los procesos en el aprendizaje. A lo sumo la pedagogía, que no ostenta paradigma central como las ciencias propiamente dichas, se trata de un conjunto de praxis y opiniones. La Geología con la Tectónica de Placas, la Física con la Relatividad, la Biología con el Neodarwinismo y la Química con la Tabla Periódica sí contienen un paradigma central contrastable que las define como ciencias, la pedagogía no. Por tanto, la pedagogía sufre de una gran pretensión narcisista, falaz e insostenible. La educación, por si misma, no es una disciplina científica sino una suma de métodos que enseñan los contenidos de las propiamente llamadas ciencias. Analizado todo lo anterior hay que darse cuenta que un buen maestro se alejará de estas pedagogías teóricas y sabrá infundir responsabilidad y valores entre sus hijos, en cambio uno de mediocre o adoctrinado justificará exigir a cada escolar según sus posibilidades dándole el máximo de libertad en lo que desee. En un caso así cada zagal permanecerá siempre dentro de sus limitaciones, jamás se superará. Téngase en cuenta que los púberes no suspenden por falta de libertad, suspenden más al estudiar menos. Inger Enkvist, profesora de la Universidad de Lund en Suecia decía que sólo ha encontrado una correlación con el estudio y el éxito escolar, y es que quien estudia tiene éxito en los estudios. A menudo muchos padres admiten que sus hijos de primero de ESO apenas dedican menos de una hora al día al estudio, ¿cómo puede existir éxito escolar con tal falta de dedicación? Resultó obvio que estudiar significaba desconfiar de la inteligencia del compañero de al lado. Corría por Internet un dicho que definía con sorna aquella situación, mátate estudiando y verás un cadáver culto. Resulta obvio que la atención, el esfuerzo y la responsabilidad se encuentran en un gran pozo de miserias. No sería descabellado felicitar al profesor que aconseje más de dos horas diarias entre deberes y estudio, tal dedicación debería ser normal para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante, en caso contrario se estaría desaprovechando su capacidad potencial. En relación con el esfuerzo, otros rasgos que le indicarán un centro dudoso para su hijo son los siguientes: una primaria sin apenas repeticiones de curso abusando de la llamada promoción automática, una evaluación por temas y no por conjuntos trimestrales como antaño, la facilidad de pasar de curso con muchas materias suspendidas, una rebaja de los niveles de exigencia, la eliminación de notas en primaria, la erradicación de la memorización como herramienta fundamental del aprendizaje, la ausencia de horas de lectura, el aumento de materias optativas reduciendo horas de lengua y matemáticas, la aparición de un trimestre sin matemáticas o lengua, la presencia de docentes más animadores de clase que expertos en su disciplina y otras tantas grandes proezas que algunos expertos todavía preconizan. Veámoslos con detalle y analicemos los efectos negativos que inducen en nuestras futuras generaciones. Una primaria sin ajo, o una primaria sin apenas repeticiones, fue un hecho denunciado por el estudio de la Fundación Jaume Bofill a finales de 2007. El informe demostraba que la cultura de la promoción automática de curso está firmemente agazapada en primaria. A pesar que el alumno no progresara adecuadamente, se le da un visto bueno y pasa al siguiente nivel sin haber afianzado el anterior. Lo básico que se debió aprender en primaria, la tabla de multiplicar, la comprensión de texto y el saber redactar, no se alcanza y así ese fracaso se traslada a secundaria, ahora sí, repitiendo curso en algunos casos. En cuarto de ESO un 13,7 % de los alumnos repite curso, mientras que en el norte de Europa este porcentaje sólo llega a menos de la mitad, un 5 %. Según los datos del MEC, el 33 % de los escolares españoles de 16 años repitió curso durante el 2008, algo que no estaba nada mal para una reforma que se diseñó para evitar la repetición. En junio de 2012 la Generalitat de Catalunya presentó un informe con el título Ofensiva de País a Favor de l’Èxit Escolar en donde se ponía de manifiesto algo muy parecido a lo anterior. Según datos del Departament d’Ensenyament sólo, y de media, un 1% de los alumnos en Primaria repetían curso. Lo sorprendente era que al pasar éstos a Secundaria más del 30 % no alcanzaron la ESO. De 1 a 30 era señal inequívoca que lo que en Primaria no se corregía se pasaba a Secundaria, es decir, lo que no se repetía en Primaria sí lo debían hacer en Secundaria. Por tanto, todos los informes anteriores ponen de relieve que las repeticiones en primaria son muy escasas aunque demasiado frecuentes en secundaria, algo indicativo que el fracaso escolar infantil se ha ocultado derivándose a secundaria. En Francia, en donde también se aplicó la pedagogía teórica, se están dando cada vez más casos de docentes que denuncian que esta moda pedagógica está masacrando el sistema educativo, que la promoción automática en primaria está lacerando la exigencia de las normas, el respeto al esfuerzo y la obligación de estudiar en los alumnos. La evaluación continua, que no continuada, también denota un mal centro educativo ya que se examina a los chavales por temas, y no por conjuntos trimestrales. Por otro lado, con un nombre tan llamativo, evaluación continua, se llega a convencer al más incauto de su credibilidad. Bautizar con apelativos técnicos algo sin fundamento siempre regala solidez a lo que carece de ella. La evaluación continua parece mostrar un concepto revolucionario y de progreso mientras es sólo una moda más de la pedagogía teórica. Al examinarles por pequeñas partes sin exigir que en el siguiente control los conceptos anteriores se sepan, se provoca que los chavales dejen de poseer ideas globales de una materia, y lo más nefasto, se acostumbran a estudiar solo ínfimas porciones del temario para aprobar y luego olvidar. En conocimientos como las matemáticas se han dado situaciones de lo más kafkianas. Si durante el mes de octubre se enseñaban los números negativos, en enero se debía repetir esa lección para explicar las fracciones con negativos. Otro tanto ocurría en lenguas y otras asignaturas. La evaluación nombrada como continua resultó crear muchas discontinuidades en el aprendizaje. Otra de las medidas que hunde la cultura del esfuerzo es la rebaja de los niveles de exigencia. Se rumorea por pasillos y claustros escolares que la reforma educativa redujo los niveles de la EGB para incentivar aparentemente el éxito académico en la ESO. Los defensores de la reforma, y de la pedagogía teórica, afirmaron que no habían reducido la exigencia, que sólo habían redistribuido los contenidos. Pues si antes en octavo de EGB se enseñaba la ecuación de segundo grado, en la ESO se hacía dos años más tarde, ¿era eso una redistribución o un retraso? Si un tren llegase tarde dudo mucho que ningún político se le ocurriera decir que se habían redistribuido los horarios de cercanías y que uno debería esperar a la siguiente locomotora dos años más tarde. Por tanto, si alguien podía resolver ecuaciones de segundo grado a los 14 años en el sistema anterior, ¿por qué razón debía hacerlo a los 16 en la ESO? ¿No era eso estafarle al no explotar sus posibilidades? ¿Se le estaba formando o deformando? Un escolar desarrolla sus capacidades en función de lo que se le exige, no en lo que se le facilita. Así pues con una ESO fácil debería haber aumentado el número de aprobados, por desgracia ocurrió todo lo contrario, cuanto más se bajó el nivel de exigencia, más descendió el nivel de aprobados por acomodamiento y falta de esfuerzo. En fin, que la LOGSE tras aumentar la escolarización obligatoria hasta los 16 bajó los niveles pero sin aumentar el número de aprobados, algo que puso en evidencia que el problema no era el acceso a la educación, sino su aprovechamiento. Ante la realidad anterior el propio PSOE confesó en el 2004 que el nivel había caído estrepitosamente. Quizás pasó que a más fácil menos esfuerzo, a mayor acceso menor aprovechamiento. Resulta imposible que un estudiante tenga éxito en sus aprendizajes si éste no se siente obligado a ello. Uno puede llevar un caballo al río pero no por ello el animal beberá. En conjunto parece como si el propio Gobierno adoptara la posición del presidente de la Royal Society en Londres cuando en 1807 los ilustrados impulsaban una educación básica, y a cargo del Estado, para todas las masas obreras. Éste escribió: El proyecto de dar una educación básica a las clases trabajadoras [...] les hará insolentes ante sus superiores; en pocos años el resultado será que el Gobierno tendrá que utilizar la fuerza contra ellos. El exceso de optativas también es un factor a tener en cuenta ante la crisis del esfuerzo. Inicialmente llamados créditos variables en la reforma, fueron asignaturas que dividían la clase en tres grupos unas seis o más horas por semana, ello obligaba a la dispersión de los púberes en diversas aulas por el centro. Si antes con la EGB los escolares permanecían en una sola clase la mayor parte del tiempo, ahora sucedía todo lo contrario. Los cambios de sala eran frecuentes con la consecuente distorsión y algarabía que los adolescentes encontraban en ello por los pasillos del instituto. Los chavales que rondaban los doce jamás fueron lo suficientemente maduros como para dejarles tanta libertad de movimiento por un centro que llamábamos educativo. Actualmente las optativas han pasado de tres a una, es decir, volvimos a lo que ya funcionaba durante la EGB. En nuestro caso presente, valore el centro donde se minimiza ese traspaso de alumnos por los pasillos. En tal caso la dirección del instituto suele aplicar medidas para que los cambios de clase sean los mínimos posibles. Entre tales se halla una distribución de aulas cercanas y acorde a los cambios de aula, unos grupos homogéneos de alumnos que vayan juntos el máximo tiempo posible y finalmente unos itinerarios en materias de cuarto de ESO y Bachillerato que no originen grupos satélite por el instituto en busca de su aula. Que las aulas de las optativas estén lo más cerca posible de las aulas de grupo reduce ostensiblemente la distancia a recorrer y el tiempo del mismo, que los grupos estén formados por los alumnos que van al mismo bloque de optativas también elimina muchos cambios de sala y que haya bloques de materias a escoger y no libertad total en mezclarlas al capricho del adolescente favorece los grupos homogéneos anteriores. Hay otras medidas pero lo importante es que uno vea que su instituto se preocupa por ello, signo inequívoco que procura orden y esfuerzo sobre sus escolares. Otro punto que conllevó la detonación del esfuerzo fue la eliminación de las notas en primaria. Una de las ideas que trajo la reforma fue no traumatizar a nuestros alevines con el fatídico insuficiente o con el terrorífico muy deficiente. Así fue que se inventaron algo ambiguo, algo que potenció la destrucción de la cultura del esfuerzo. Con un necesita mejorar el alumno poco sabía si suspendía o aprobaba. De hecho nadie jamás fue perfecto y todo el mundo necesitaba mejorar. Algo parecido ocurría con el progresa adecuadamente, pero ¿muy adecuadamente?, ¿sólo adecuadamente?, ¿o un poco adecuadamente? Es obvio que sin notas informativas, padres e hijos viven relajados el paso por la primaria. Así que si uno todavía recibe las notas de su hijo en primaria con comentarios pero sin suspensos, bienes, notables o excelentes no estará informado en absoluto. Por suerte la LOE erradicó la ausencia de notas a finales de 2007 y volvió a imponer las notas en primaria, algo que llevaban reclamando algunos maestros hacía más de doce años. Más valió tarde que nunca, aunque I.B. de la Asociación de Maestros Rosa Sensat insistía que las notas eran un error y que debía instaurarse de nuevo el necesita mejorar y el progresa adecuadamente, y vuelta a empezar. Por suerte esta vez los políticos dejaron de lado a algunos expertos aunque si uno leyera la letra pequeña de la LOE se daría cuenta que siguió existiendo la ausencia de notas durante ese primer año de aplicación. La obligatoriedad de puntuar de forma cualitativa y abandonar el necesita mejorar afectaba únicamente a segundo, cuarto y sexto, o sea la mitad de los cursos de primaria. Es decir, fue todo una verdad a medias, ¿o una mentira al 50 %? En primero, tercero y quinto se mantuvo el necesita mejorar y el progresa adecuadamente, mientras que en el resto se ponían notas, ¿ven que desorden para informar mejor? Por suerte, y en 2008 se creyó en los profetas y las notas en primaria se empezaron de nuevo a poner en todos los cursos. Por tanto si en su escuela uno recibe notas es lo que acontece, pero si además tiene la certeza que allí no se regalan aprobados, vamos todavía mejor. Piense que al llegar a secundaria empezarán los problemas, porque allí sí deberán poner notas de verdad aunque también se han producido ciertas rebajas. A pesar de la oposición de muchos docentes, el Ministerio de Educación y Ciencia eliminó en marzo de 2007 la posibilidad que el cero figurara entre las calificaciones de la ESO. El ministerio estipulaba que las notas de los alumnos seguían una escala del 1 al 10 y que por eso debía eliminarse el 0. La eliminación de éste siempre halló otros ejemplos en la historia con consecuencias que todavía hoy estamos pagando. Durante el siglo VI d.C., y hundido por completo el Imperio Romano y su calendario, urgió crear uno de nuevo. Bajo el mandato de Papa Juan I, un humilde monje iletrado que estaba a las órdenes del vaticano, hizo lo que buenamente pudo. Dada la era cristiana en la cual se vivía, el nuevo calendario debía ajustarse al nacimiento de Cristo, pero primer problema, nadie tenía ni la más remota idea de cuando lo hizo éste. Dionisius Exiguus, nuestro monje ignorante, bajo la presión papal y el encargo impuesto, se inventó la fecha y con ella eliminó el cero del calendario. Primero adjudicó el primer día del año al 1 de enero como en el antiguo calendario romano, luego asignó ese día como el día en que Jesús fue introducido en sociedad, su circuncisión. Tal ritual se realizaba siete días más tarde del nacimiento de cualquier lechón judío, así que la fecha del nacimiento quedó en el 25 de diciembre, casualmente el mismo día que el nacimiento de una diosa que la mayoría de los primeros cristianos veneraba paganamente, Mitra, y que la iglesia deseaba integrar como práctica cristiana. Pero lo más grave del asunto fue la falta de aritmética demostrada por Dionisius. Asignó el nacimiento de Jesús al año 1 sin que existiera un año 0 anterior en el calendario. Es decir, igual como hizo el Ministerio de Educación y Ciencia, se cargó el 0. Cuando alguien nace posee 0 años y pasado un año cumple su primer aniversario. Jesús fue distinto, fue un milagro. En el mismo momento de su nacimiento este ya tenía 1 año de edad y 365 días más tarde, en el 2 d.C., este celebraba su segundo falso aniversario. Aquel sutil error de la iglesia supuso que todos los posteriores cambios de siglo o milenio fueran siempre un año más tarde. El siglo II empezó en el 101 y no en el 100, el segundo milenio no comenzó en el año 2000, lo hizo en el 2001. Ven todo lo que ocurrió por eliminar un 0 de nuestro calendario. Pues ahora, y en las notas de secundaria un examen en blanco debería constar al menos con un 1 en lugar de un 0. Ese punto quizás signifique que el alumno supo traer el control a la mesa del profesor con la consecuente habilidad de saber como depositarlo allí. Así que para no traumatizar su esfuerzo se le regala un punto. Un docente de Barcelona escribía un día, ¿y no deberíamos también poner un 11 a los alumnos 10 por su trabajo e inteligencia? ¿O para ellos las reglas del juego seguirían siendo siempre otras? Dejando atrás este galimatías de ceros y unos, las calificaciones de insuficiente, suficiente, bien, notable y excelente siempre fomentarán la atención y el trabajo por varias razones. Primero, informaban a los padres claramente del nivel de su lechón; segundo, de igual forma se lo muestra al alumno; tercero, indica que alumnos deben ser atendidos de forma diferencial si es del todo necesario; y cuarto, fomenta la cultura del deseo de superarse y del esfuerzo. En fin, busque aquel centro que impone notas claras y no eufemismos cargados de ambigüedades. En eso algunos institutos caen en diversificar las notas con demasiadas casillas que al final los padres les cuesta entender. Me explico, cuando en los boletines de notas se desglosan por materia más de tres casillas con su media al final, la madre y el padre tienen ante sí más de treinta notas que valorar sobre su hijo, algo que por exceso de información desinforma más que informa. Me refiero concretamente a los centros que detallaban por materia y en cada trimestre las calificaciones en conceptos, procedimientos, actitud y nota final, algo que fue creado por la reforma para facilitar las cosas y aprobar a un mayor número de alumnos. Huya por tanto de ese tipo de boletines y busque la información esencial, si su hijo aprobó o no. Conceptos, procedimientos y actitudes resultaron un invento que permitía unos juegos malabares con la media final de cada materia. De una forma grotesca pero también muy real podría ocurrirle lo siguiente. << Mi hijo cursaba primero de la ESO y un buen día trajo las notas del primer trimestre. Allí vi algo inverosímil, tenía muchos conceptos suspendidos pero las áreas aprobadas. Concerté entrevista con el tutor para comprender tal paradoja y me contó que mi hijo apenas estudiaba pero que realizaba todos los trabajos con un nivel más o menos aceptable superando los procedimientos. Añadía el docente que el comportamiento de mi zagal era ejemplar aprobando así la actitud. Por dicha razón la media le salía aprobada y santas pascuas. La verdad, como padre me sentí engañado. Con la EGB me timaron, allí o estudiabas o suspendías. El problema fue que a quien reclamaba por la estafa. Habían pasado más de veinte años y el delito había prescrito >> El boletín de notas debería ser claro y sin cosas raras por medio, de otra forma se está abonando el terreno del aprobado fácil, algo que en nada ayudará a nuestras generaciones futuras. Muchos alumnos aprendieron a calcular entre procedimientos y actitud para aprobar con el mínimo esfuerzo pero sin aprender demasiado en conceptos. El filósofo chino Confucio decía que nunca hagas apuestas. Si sabes que vas de ganar, eres un pícaro; y si no lo sabes, eres un tonto. Por tanto la trilogía de notas conduce a la picardía, al no esfuerzo y al fracaso académico. Los docentes que aún defiendan boletines con procedimientos, actitudes y conceptos le muestran su falta de sensatez ante la obligación que todos los adultos tenemos ante los chavales, enseñar y educar bajo el esfuerzo. Por suerte, y tras doce años de quejas, se escuchó en parte a los sabios y la trilogía de notas se diluyó en el boletín que se entregaba a los padres. Durante el curso del 2007 al 2008 la ley permitía una sola nota por área en las evaluaciones trimestrales. Si algún centro mantiene el trípode de notas es iniciativa propia. En tal caso exíjale que cambie en la mejora. No quiera que su hijo se vuelva un gandul. En resumen, las causas escolares que pueden propiciar la pérdida de la cultura del esfuerzo son una primaria sin repetición, los exámenes por unidades, unas rebajas del nivel de exigencia, un exceso de optativas y unas notas trucadas entre otras muchas cosas. Analice en el centro de su hijo si todo ello se tiene en cuenta ya que el esfuerzo es la pieza fundamental que permite motivar, aprender y formar como adultos a sus zagales. Sin empeño la frustración hunde al más débil, y los psicólogos tienen muchos pacientes que no saben superar situaciones ñoñas de la vida. Es cierto, no obstante, que la capacidad de esfuerzo varía en cada individuo y que para aplicar con precisión quirúrgica todos las estrategias docentes se requiere de otra información. A un púber quizás le vaya bien una amonestación para mejorar mientras que para otros mejor una conversación tranquila. Para discernir qué aplicar a cada cual se necesita de un conocimiento profundo de cada escolar, y a ello hay que dirigirse ahora, a sus hijos.

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